El político, quien estuvo en el país invitado por el Consejo
de Paz Afrocolombiano, denuncia discriminación policial en el aeropuerto
Enrique Olaya Herrera, de Medellín. Controversia.
Henry
“Hank” Johnson fue elegido a la Cámara de Representantes por el estado de
Georgia (EE.UU.) en 2007.
El congresista de EE. UU. Henry Hank Johnson entró como
cualquier viajero a la sala de entrega de equipajes en el aeropuerto Enrique
Olaya Herrera de Medellín. Venía de Quibdó y debía tomar una conexión para
Bogotá, como parte de una visita liderada por el Consejo de Paz Afrocolombiano
(Conpa), una organización que busca la participación de los afros en las
negociaciones de paz en La Habana.
Johnson vestía una camisa blanca impecable con una pluma en
el bolsillo, jeans y un morral negro. Aunque no iba con el atuendo habitual de
traje que suele usar en Washington, su pelo blanco, sus 61 años y sus cerca de
1,90 m de estatura le daban un aire distinguido. “Estoy acostumbrado a caminar
con un semblante orgulloso”, me dijo Johnson en su oficina en Washington, donde
ha estado desde 2007, cuando fue elegido a la Cámara de Representantes por el
estado de Georgia.
Por eso su sorpresa cuando escuchó que un policía presente
en la sala lo llamaba con voz severa. Los miembros de la delegación con quienes
viajaba estaban ocupados esperando el equipaje, y él se había parado cerca de
los uniformados. Aunque no habla español, Johnson entendió que el policía le
estaba pidiendo que se identificara. En ese momento Marino Córdoba, uno de los
fundadores del Conpa, se percató de que el congresista estaba rodeado por dos
policías, un hombre y una mujer, y tenía su pasaporte oficial en la mano.
“El señor Córdoba intervino”, recuerda Johnson, “y le
preguntó al policía por qué me había parado. Ellos discutieron en español, el
intercambio se puso álgido, hasta el punto en el que le dije a Marino que se
relajara, y los policías se retiraron. Cuando le pregunté qué había pasado, me
dijo que el policía dijo que estaban buscando un equipaje que se había perdido
en Quibdó”.
En medio de la discusión con la policía, recuerda Córdoba
que interpeló al agente: “Por qué en medio de tanta gente por qué sólo pedirle
los documentos a él”. Córdoba dice que les explicó a los policías que Johnson
era un congresista de EE. UU. y que el policía no contestó nada, “no fueron
capaces ni siquiera de pedir disculpas”. Córdoba incluso tomó una foto de los
policías y la puso en Twitter, denunciando un acto de racismo que pasó
inadvertido en redes sociales.
El incidente quedó ahí hasta que Johnson empezó a oír
historias similares de otros afros durante su viaje a Colombia, incluyendo la
de Carlos Angulo, un afro que reaccionó de forma airada a una requisa de la
policía en las calles de Bogotá, en una escena captada en video. Esto empezó a
generar una reflexión, dice el congresista: “Cuando recordé la forma en la que
el policía primero me llamó, y el hecho de que quería ver mis papeles, y luego
dio esa razón para ver mi identificación, sentí que había sido todo un pretexto
para pararme”. Dice que sintió que por su color de piel fue “tratado de forma
distinta”.
Johnson nació en 1954 y me explicó que vivió la época de
luchas por los derechos civiles en EE. UU. siendo muy niño. “Nunca había tenido
que enfrentar ese comportamiento descarado de racismo hasta que llegué a
Colombia”. Aunque el incidente ocurrió hace casi un mes, el pasado 4 de
octubre, en ese tiempo Johnson ha hablado del tema con sus colegas en el
Congreso y con el embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker.
Ahora, y a solicitud de El Espectador, Johnson dice estar resuelto a usar su
voz “para expresar mi insatisfacción por la forma en la que los afrocolombianos
son tratados en su país. Me hace sentir rabia lo que está sucediendo”.
El congresista Johnson representa a uno de los distritos de
mayorías afroamericanas en los suburbios de Atlanta, la ciudad donde nació
Martin Luther King, y dice que su reciente viaje a Colombia le deja reflexiones
fuertes sobre las relaciones raciales en nuestro país. Por un lado, asegura que
“la lucha por los derechos civiles para afrocolombianas, comparada a la de los
afroamericanos, está 70 años atrás”. Describe un movimiento que “está en su
infancia”. Por otro lado, afirma que “la mayoría de los colombianos blancos han
vivido vidas de privilegio, y no reconocen que hay aquellos que son
discriminados”.
Pero más que recriminación, lo que pide Johnson a estos
colombianos privilegiados es un autoexamen, “si los colombianos de piel clara
pudieran imaginarse tener piel oscura y pasar por las instancias por las que
pasé en mi estadía de cuatro días en Colombia, empezarían a asumir su
responsabilidad para combatir el racismo”.
Fuente: elespectador.com
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