20 oct 2015

De la salsa y sus historias


Es una mezcla de ritmos que representa la diversidad sonora del Caribe. Surgió en gran medida en la segunda mitad del siglo XX como respuesta a la cultura globalizante del rock anglo.

La Fania All Stars durante un concierto en octubre de 2013. / EFE

Además de la influencia del son cubano, el nacimiento de la salsa tuvo mucho que ver con el proceso de migraciones internas en Puerto Rico. Santurce es un área urbana que creció a las afueras de San Juan, por migrantes del interior del país, campesinos que trabajan en las plantaciones. Junto a Santurce, existía el poblado Loíza: el más negro de los pueblos del país, constituido por negros libres.

De esa alegría con la que sólo los pueblos son capaces de sobrevivir a pesar de la pobreza y los dolores impuestos, las poblaciones de Santurce, Loíza, Piñones, se volvieron famosas por la bomba y plena. En los encuentros para tocar estos ritmos surgió Rafael Cortijo y con su grupo sería el antecedente puertorriqueño de la salsa. De allí, en uno de sus cantos célebres denunció la persecución que se multiplicaba por ser un negro bembón. Cortijo y su combo supieron mezclar bombas, guarachas y plenas.

También las migraciones de Puerto Rico a Nueva York habrían de constituir el más importante antecedente neoyorquino del movimiento salsa, por ejemplo, a través de las Orquestas de Tito Rodríguez y Tito Puente. Los jóvenes latinos en Nueva York empezarían a buscar nuevas maneras de hacer música. Y en contacto con los innovadores músicos afros de jazz, la influencia del boogaloo latino y la creación de las descargas, surgieron figuras como Richie Ray, Joe Bataan, Eddie Palmieri, Willie Colón y otros latinos radicados en Nueva York.

La mayoría terminaría siendo parte de la emblemática Fania. Se escucharía la voz de Celia Cruz, Santos Colón, Cheo Feliciano, Pete el Conde Rodríguez, Héctor Lavoe, Johnny Pacheco, Ismael Miranda y otros más. Muchos de ellos, cantarían algunas de las más de 2.000 composiciones del gran Tite Curet Alonso, a quien en el video La perla, de Calle 13, se le rinde homenaje cuando Rubén Blades deja un disco en la tumba del compositor.

Así, la salsa retrataba la vida latina y surgía en gran medida como respuesta de la cultura latina caribeña frente al rock anglo de suburbio en las décadas de 1950 y 1960. Surgió como una aspiración, un proyecto identitario necesitado con el mundo heterogéneo de los barrios populares en las ciudades, muchos de ellos, habitados por la diversidad cultural de los migrantes latinos.

La protesta de los jóvenes migrantes radicaba también en las transformaciones de una clase obrera ideal para la producción en cadena del modelo fordista, que en la homogeneidad postuló entre otras, la cultura de masas. Frente a todo ello, los pueblos bailaron todas las noches hasta entender que la salsa también era denuncia y vitalidad. Que sólo se es capaz de entender las verdaderas alegrías cuando el implacable dolor y la miseria que provocan los injustos, se arraigan en el corazón. Y que el combate frente a los poderosos también consiste en alcanzar esas grandes, pequeñas y verdaderas felicidades.

Y de muchos conciertos y fiestas se multiplicaba la alegría latinoamericana en tiempos habitados por acciones secretas de los gobiernos estadounidenses, que promovían dictaduras en el continente. Y fue tal la rabia que tuvieron aquellos hilos de poder, que intentando usar su acostumbrado método: fusilar, no supieron fusilar tantas y tantas canciones, que hasta hoy millones de voces siguen entonando una y otra vez. Porque es prohibido olvidar, como dice la canción de Rubén Blades.
Sobrevivió la expresión sonora de la salsa, que supo anudar distintos ritmos, como la rumba, bomba, guajiros, aguinaldos, danza, son y plena, que reconfiguran el pasado, presente y futuro de los pueblos hermanos.

Representó los desafíos del Americano latino (Ismael Miranda), para superar las fronteras de los estados y hablar sobre la aspiración de la hermandad latinoamericana. Ya las fronteras se van cayendo y el amor toma libertades... Que unidos vamos de la mano. Porque soy Americano Latino.
También somos el son de La Selecta en su expresión: ven canta conmigo, bajo sola una bandera. Somos el son del hispano mundial, desafió el concepto de identidad nacional a una identidad continental, un proyecto cimentado en una cultura conformada por una historia diferente y necesitada de reconstituirse constantemente.

Retrató las realidades de un Pablo pueblo (Rubén Blades) que señala la esperanza, la necesidad de recordar la pobreza y marginalidad latinoamericanas. Pablo Pueblo hijo del grito y la calle de la miseria y del hambre. Del callejón y la pena... Y se pregunta hasta cuándo. Toma sus sueños raídos, los parcha con esperanzas. Hace del hambre una almohada. Y se acuesta triste de alma.
Y fue un canto que reafirmó la certeza de una utopía que sobrevivía.¡Justicia! yo reclamo. Si no hubiera tiranía, todos fuéramos hermanos... Tú veras, mi socio, vo” a ponerte a guarachar, Y cuando llegue ese día, to” será felicidad. ¡Justicia tendremos!, de Eddie Palmieri.


Por eso, la salsa es la integración sonora de identidades latino-caribeñas y contribuyó a una búsqueda de la identidad latinoamericana. “La sonoridad salsera incluye y combina diversos ritmos y géneros identificados con distintos tiempos y espacios: con diversas clases sociales, épocas históricas y particulares de países del mundo afroamericano... Incorpora por ejemplo, la rumba y la bomba que evocan tiempos ancestrales de la plantación; guajiras y aguinaldos que se asocian con el campesinado libre de la contra-plantación; elementos de la danza, que recuerda el intento integrador popular señorialmente hegemonizado de las últimas décadas del siglo XIX; la plena, y su histórica vinculación al proletariado nómada; el son, y el campesinado migrante, proletarizándose en parte, escribe Ángel Quintero Ribera, autor del libro Salsa, sabor y control: sociología de la música tropical. Ojalá que cuando se dibujen los pasos del baile salsero, el lector recuerde uno de sus misterios: que los ritmos de nuestros pueblos se unieron para resistir.

Fuente: El Espectador- Arte y Gente

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